La
pintura fue una de las mediaciones más usadas por el hombre para comunicarse
con sus ancestros, aún en la actualidad continua siendo una de las representaciones
con mayor vigencia. Para la elaboración de los pigmentos se emplean desde
tiempos antiguos plantas, los tintes minerales extraídos de tierras como el óxidos
de hierro, para lograr el color rojizo, el caolín para el color blanco, al
igual que carbón vegetal para lograr el negro.
Estos
tintes mezclados con aceites (animales o vegetales), resinas u otras sustancias
facilitan su aplicación y mejoran su eficacia mágica o medicinal.
Para
marcar la piel se utilizan utensilios, elaborados con cerámica, palos e incluso
objetos filosos que perfora la piel, muy
común en algunas sociedades secretas de África.
Las
formas y uso-significado de estas perforaciones o marcas están asociadas a
distintos tipos de contextos, procedencia étnica; rango, oficio, sexo o alguna
otra condición social, esta transformación, no solo se realiza en un solo
proceso, sino con varias transiciones que también van aparejadas en la
identidad de la persona y estatus ceremonial.
Ejemplo
claro del uso de las marcas y tintes nos los describe Karl Gröning en su libro "Tribal Decoration from Africa", donde
los Nuba de la zona de Kau (Sudan), suelen pintarse unos a otros estableciendo el
color en dependencia de la edad de cada uno. En su cosmovisión la pintura
representa el tiempo efímero y determina la brevedad de la juventud, la salud y
la belleza. Por tanto, los colores están estrictamente codificados; los niños
de ocho años utilizan los colores rojo y blanco, los jóvenes incorporan el
amarillo, y el negro sólo es agregado dos años después de la iniciación de un
individuo. Antes de comenzar este ritual se untan todo el cuerpo con aceite y
sobre su base se pintan las figuras estilizadas de los animales, otra técnica
empleada por los Nuba de Niaro, consiste en mojar su cuerpo y extender una base
de ceniza blanquecina, sobre la que trazan líneas negras que a continuación
rellenan con pigmentos naturales. Los
ancianos llevan la cabeza rasurada y los jóvenes una capa de cabello mayor que
los niños, ésta no se divide y decora hasta no ser aceptado como adulto. El
cuerpo es la posesión más valiosa de un Nuba, embellecerlo es reflejo de su
espíritu y un respeto así mismo. La piel es entonces el envoltorio que les
protege y les relaciona con el mundo, pero con la aculturación occidental y el uso obligado
de ropa, ha acarreado la pérdida de esta tradición. Estas pinturas, concebidas
para la visibilidad, se han reducido actualmente a pequeños símbolos.
Dentro
de todo ritual el cuerpo es lo más importante, sus diferentes posturas marcan
los momentos importantes de una ceremonia, ya sea un iniciado o un sacerdote,
las danzas, cantos, y gestos desarrollan una parte del rito, las máscaras,
tocados, plumas, adornos y pinturas se convierten en símbolos que ayudan al
tránsito hacia una dimensión espacial y temporal de la realidad, que tiene como
finalidad la transformación hacia el ancestro o algún otro personaje de su
propio mundo interior.
lucerocongo
continuará